
Demolición del edificio de la CECA en Madrid
Información de Fueyo Editores
dMol es una joven empresa de demolición y descontaminación que no tiene más de dos años de historia. Sin embargo, su gerente, Adolfo García, es un profesional que lleva más de dos décadas y media dedicado a las demoliciones de todo tipo estructuras, por medios mecánicos y por voladuras, así como a la retirada y gestión de amiantos.
Departamento técnico dMol
Su excelente conocimiento del comportamiento de las construcciones, su experiencia internacional y su conocimiento de la maquinaria y el mundo de los explosivos hacen de este ingeniero de minas un auténtico experto en el mundo de las demoliciones y también del reciclaje de residuos de construcción y demolición.
Uno de los últimos trabajos realizados por dMol ha sido la demolición integral del edificio de la CECA, la Confederación Española de Cajas de Ahorros, que tenía en el barrio madrileño del Parque de las Avenidas, concretamente en la calle Avenida de Bruselas 37.
El inicio de las obras tuvo lugar el 22 de marzo de 2017 y finalizó el 28 de julio del mismo año, y comprendió la demolición integral de un edificio de 9+2 plantas, mediante la combinación de distintos equipos de demolición, identificación, retirada y gestión integral de todos los residuos peligrosos y no peligrosos.
El antiguo edificio de archivo de la CECA data del año 1966, y se imponía una demolición tras un cambio de uso de terciario a residencial, para lo que el Grupo Ortiz buscó una empresa que ofreciera una solución llave en mano que incluyera el proyecto, los permisos, la propia demolición y la gestión de los residuos, a lo que hubo que sumar una posterior ampliación del contrato para coordinar con las labores de pilotaje.
En lo referente a la construcción, se trataba de una estructura porticada de hormigón armado, con una superficie construida de 20.040 m2 sobre una parcela de 3.294 m2, que contaba con 9 plantas sobre rasante y dos plantas más bajo rasante. Además, entre sus peculiaridades a la hora de realizar la demolición, el entorno urbano no era el más indicado; se encontraba la gran altura del edificio y unas distancias muy próximas a calles e incluso a un colegio de la zona.
Previo a las labores de demolición, hubo que realizar una completa labor de identificación, separación, acondicionamiento y gestión de los residuos peligrosos y no peligrosos, que no habían sido previamente inventariados. Entre ellos se encontraban fluorescentes, material radioactivo, productos químicos, voluminosos, residuos de aparatos eléctricos y electrónicos, cartuchos de tóner, residuos sólidos urbanos, etc. Además de dichos residuos, también aparecieron amiantos, SF6, refrigerantes, halones e hidrocarburos.
EL SISTEMA DE DEMOLICIÓN
Tras varias visitas al edificio de la CECA y el estudio de distintas alternativas de demolición, incluyendo la voladura controlada, la solución final adoptada fue la siguiente:
- Retirada de residuos peligrosos.
- Recuperación de equipos reutilizables.
- Recuperación de metales no férricos.
- Demolición planta por planta en niveles superiores.
- Montaje de un andamio en la fachada de la Avenida de Bruselas.
- Demolición mediante excavadoras con brazo de largo alcance.
- Demolición secundaria de escombros.
- Retirada a gestor final de escombros.
Los trabajos inicialmente previstos de extracción de muros de contención de tierras y cimentaciones se modificaron para la mejor ejecución de pilotes y movimientos de tierras.
Además de los trabajos enumerados, se montaron medios auxiliares en la fachada, como son los montacargas para la retirada de voluminosos, los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos, la madera, los metales, etc., además de un andamio para proteger la fachada de la Avenida de Bruselas, que se encontraba a una distancia de sólo 1,5 metros.
Los preparativos antes de la obra comenzaron haciendo uso de los núcleos de los ascensores para el desescombro, y también se rellenaron desde nivel -1 al -2, y de baja al -1. La estatua “Futuro” que se encontraba en dicho edificio también se recuperó antes de los trabajos de demolición. A continuación se realizaron las pertinentes adaptaciones para sobrecargas, con el despeje de plantas, falsos techos, apuntalamiento de techos y, por último, se procedió al izado de la maquinaria ligera a las plantas superiores.
A partir de ahí, comenzaron las demoliciones de las estructuras de la azotea y los pisos superiores con robots eléctricos de demolición. Concretamente, para la demolición se utilizaron tres Brokk de 2.000 kilos de peso cada uno, en los que se montaron como implementos demoledores, martillos y cazos, además de un Brokk 90, una unidad más pequeña de peso, en torno a los 1.000 kilos, que trabajó sólo con martillo.
Para el desescombro se utilizaron cinco dúmperes sobre orugas de goma autocargables de pequeñas dimensiones, además de otras dos minicargadoras sobre orugas, también de dimensiones reducidas.
Una vez demolidas las azoteas y las plantas superiores, comenzaron a usarse las excavadoras de demolición de largo alcance, dos excavadoras con diseño específico para este tipo de trabajos, que se caracterizan por tener un chasis extensible para mejorar la estabilidad, una cabina oscilante para reducir el cansancio del operario, un refuerzo metálico en la cabina para proteger al trabajador de la caída de objetos, y un contrafuerte que compense la máquina del sobrepeso de un brazo para trabajos por encima de los 25 metros de altura.
Paralelamente a las labores de demolición en altura, otras excavadoras convencionales con implementos de demolición secundaria estuvieron reduciendo el tamaño de los residuos de construcción y demolición, para su transporte al gestor autorizado.
Una vez terminada la demolición en altura y la gestión del residuos que había almacenados a la altura del suelo, comenzó la segunda fase, en la cual se continuó con la demolición de las dos plantas de garajes y con la gestión de dichos residuos, a la vez que se realizaban labores de pilotaje por parte de Grupo Ortiz.
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