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22 Septiembre 2015

Detecsa en el Premio Asprima 2015 en Rehabilitación

Información de Fueyo Editores

Rehabilitación de Detecsa en Goya 63El trabajo que Detecsa presentó como candidatura a los Premios ASPRIMA SIMA 2015 consta del Proyecto y de la Obra de Rehabilitación y Ampliación de la finca al número 63 de la Calle Goya de Madrid, terminada en el mes de Marzo de 2012.

Información de Premios Asprima-SIMA 2015

Empresa Constructora: DETECSA
Promotor: EDIFICIO CALLE GOYA 63 (MADRID)
Equipo de arquitectura: Andrea Conti. Acardés – Arquitectura, diseño y tecnología

A la hora de transmitir cumplidamente el alcance y el interés de este trabajo tenemos que empezar contando la peculiar historia del edificio sobre el cual hemos intervenidos como proyectistas y directores de obra. Efectivamente la integración de un lenguaje contemporáneo en el tejido histórico del Barrio Salamanca ha sido el concepto arquitectónico a cuya contrucción hemos prestado nuestros mejores esfuerzos. Nuestra intervención, de hecho, ha sido solamente la última cronológicamente de una larga serie de actuaciones, las cuales han constituido los condicionantes de nuestro trabajo. El edificio que nos encontramos se presentaba en 2009 como una mezcla heterogénea de volúmenes y cuerpos edificados que delataban una importante estratificación y suma de lenguajes, estilos y calidades diversas.

En esta bella esquina del ensanche, cruce de dos de sus ejes principales, la Calle Goya y la de Príncipe de Vergara, se encontraba a finales del XIX un palacete nobiliario de autor desconocido. Sobre este primer edificio Secundino Zuazo Ugalde realizó una ampliación que al momento de nuestra intervención constituía todavía el cuerpo principal del conjunto.

El primer edificio del siglo XIX tenía uso de vivienda unifamiliar y constaba de plantas sótano, baja, primera y segunda. El volumen se alineaba con sus dos fachadas principales asimétricas a las calles, dejando despejada algo menos de la mitad de la finca en su lado largo, paralelo a la Calle Ppe. de Vergara a uso de jardín domestico. El edificio contaba con una distribución en L que desarrollaba 2 crujías paralelas a las calles, articuladas por un volumen cilíndrico en la esquina. La paralela a la Calle Goya, de unos 6 m de luz, contaba con un muro intercalado con función de parteluz quedándose el distribuidor lineal allí ubicado delimitado a ambos lados por sendos muros de carga muy próximos entre sí, situación algo peculiar y que representará en futuro un fuerte condicionante. Las fachadas del edificio estaban compuestas por franjas horizontales: la planta baja marcada por un almohadillado, probablemente en granito, y las demás dos plantas quizás revocadas o en ladrillo visto. Los huecos se distribuían con ritmos diferentes en las dos fachadas, alternados por miradores metálicos en los huecos terminales y en el eje del chaflán.

El Proyecto de Secundino Zuazo Ugalde, con fecha de 1926, intentaba aprovechar los elementos y estructuras existentes del palacete previo. El arquitecto mantuvo la posición excéntrica de la escalera principal y las inusuales reducidas luces entre los muros de carga, esquema que duplicó hacia norte, ganando una nueva crujía simétrica a la de la calle Goya y añadiendo una segunda escalera de servicio en eje con la existente, circunstancia que le llevó a ampliar la fachada en Príncipe de Vergara de un hueco. Asimismo incrementó la altura del edificio de tres nuevas plantas, cambiando drásticamente las proporciones del volumen original. La novedad principal del nuevo organismo fue la introducción de un patio interior, elemento que se presenta como el verdadero elemento organizador en todas las plantas. En el nuevo programa funcional, los niveles sótano, bajo y primero estaban ocupados por la vivienda de los antiguos dueños del inmueble, mientras las demás cuatro plantas estaban ocupadas por pisos en alquiler. Las entradas a estos dos ámbitos estaban segregadas, accediéndose a los pisos por la calle Goya y por la antigua escalera y a la vivienda por el jardín en el lado norte de la parcela.

Zuazo resolvió la extrema compacidad de las plantas de la vivienda nobiliaria generando una hall de doble altura por debajo del patio, rematada superiormente por un lucernario horizontal. Subrayaban la centralidad de este espacio una nueva escalera interior, hoyendía desaparecida, de uso exclusivo de la vivienda y el distribuidor de forma anular. El mismo esquema de distribución anular al rededor del patio se replicaba en todas las demás plantas para dar solución a la posición excéntrica de la entrada. Este gesto de Zuazo confería al edificio la funcionalidad de la cuál carecía el palacete original, pero condicionaría fuertemente cualquiera otra solución que se alejara de este criterio de circulación anular y de un único piso por planta.

La estructura formal de las fachadas se organiza a partir de un zócalo almohadillado de granito, con puntas de diamante en el portal de acceso y en los huecos del chaflán. Desde este basamento arranca un almohadillado vertical realizado en revoco de cal que alude claramente a un orden arquitectónico gigante que intenta reconducir todos los episodios decorativos bajo un único sistema formal. En el proyecto original de 1926 su autor parece preocupado por suavizar la mole y las proporciones del nuevo volumen y por su relación con el entrono: opta sabiamente por aligerar el peso visual de la quinta planta, entonces ático, acabándola en un color claro que contrasta agradablemente con el tono rojizo-pardo del ladrillo visto del resto de la envolvente. La planta entera funge de coronación monumental de todo el edificio, hecho subrayado por la presencia de una doble cornisa en techo de planta cuarta y quinta y por el sistema de adornos. La balaustrada que remataba entonces el inmueble y hoy desaparecida, quizás constituía otro intento de esfumar su volumen contra el cielo madrileño.

En 1946, con proyecto de Ricardo Fernández Vallespín se realizan unas importantes modificaciones: se eleva con estructura de acero la sexta planta, retranqueándola de unos 3 metros de la alineación oficial y se introduce el uso comercial en la planta baja. Es de suponer que en este mismo año se ejecutaran las alteraciones del zócalo del edificio ensanchando los huecos originarios para dar cabida a los escaparates comerciales que podemos observar en la actualidad y se diafanizara la planta baja, aligerando la estructura maciza de los muros con pilares de acero empresillados, detectados y reforzados durante la obra de nuestra incumbencia. Merece subrayar que en los planos de Vallespín ya aparece como estado actual un cuerpo edificado de 5 plantas de altura, adosado a la medianera con el edificio en Calle Goya 61 y si ningún valor formal, cuerpo que se demolerá en 2009.

A partir de 1950, año en el cual el mismo Vallespín edifica un anejo de baja más uno de altura en la calle Príncipe de Vergara, se suceden varias ampliaciones y demoliciones en parte dejadas inacabadas que culminaran en una propuesta de Miguel Fisiac en 1953 de elevación de lo edificado por Vallespín hasta la planta sexta, en directa adyacencia con el volumen principal de Zuazo. El edificio proyectado muestra un lenguaje neutro de sabor racionalista, con huecos de proporciones alargadas. Claramente, a partir de este momento, el tema arquitectónico a resolver será la conexión de la ampliación con la medianera del Convento de Ntra. Señora de las Maravillas y con el edificio principal, y esta es la problemática que heredamos y que intentamos solucionar con nuestro proyecto. Finalmente en 1957 la propuesta de Fisiac se realiza sólo hasta la planta segunda, cegándose los huecos de la fachada interior del cuerpo principal hasta este nivel. Cuando recibimos el encargo de rehabilitación integral y ampliación del edificio, la finca ostentaba el grado estructural de protección circunscrito al solo volumen obra de Zuazo y contaba con un Plan especial de Conservación aprobado en 2008 y redactado por Joaquín Torres Vérez, por medio del cual se ordenaban los parámetros urbanísticos, de forma y de volumen de la ampliación que desde tantos años buscaba su formalización. El Plan autorizaba la demolición de todas las edificaciones posteriores a la elevación de la planta sexta de 1946, desestimando su valor formal y funcional, determinando que el cuerpo de la futura ampliación podía adosarse a la medianera del Convento, pero tenía que retranquearse a partir de la planta segunda del edificio original, intercalando entre los dos volúmenes un nuevo patio abierto de generosas dimensiones.

Se confirmaba el uso terciario para las plantas sótano, baja y primera admitido por el PGOUM del 1998 y se mantenía el uso a vivienda de los niveles entre el segundo y el sexto, admitiéndose la introducción de un aparcamiento robotizado multinivel por debajo de la huella de la futura ampliación. El Plan determinaba también unos criterios generales de distribución interior prohibiendo la presencia de cuartos húmedos en las fachadas principales e imponiendo el mantenimiento de todos los muros de carga existentes. El nivel de conservación obligaba al mantenimiento de todos los elementos estructurales, a la conservación de la escalera principal, de la envolvente y de los elementos decorativos de las zonas comunes, obligaciones que se han puntualmente cumplido y que han representado uno de los retos del proyecto.

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